
Hoy nos transportamos a la Ciudad de México, en el año 1965, cuando un fenómeno en el cielo capturó la atención de periodistas, personal de televisión y ciudadanos, generando un interés y desconcierto que pocos fenómenos pueden lograr.
Era el miércoles 22 de septiembre y, como todas las tardes, la Ciudad de México bulle de actividad. Desde el sexto piso de Televicentro –un punto elevado que permitía una vista privilegiada de la ciudad– Carlos Nieto del Río, reportero de las televisoras de provincia, miraba el cielo cuando algo inusual capturó su atención.
Allí, suspendido en el aire, Carlos observó un Objeto Volador No Identificado que describiría como una “pulsera con luces rojas a los lados”, con una luz de gran intensidad en el centro. Alrededor del objeto se extendía un halo de humo brillante, un resplandor que iluminaba la circunferencia del OVNI, dándole un aspecto tan sorprendente como hipnotizante. La escena era visible a kilómetros, capturando la atención de todos en Televicentro, incluidas figuras conocidas como Pedro Ferriz, su familia, y otros empleados, quienes se unieron a la observación.
La situación se volvió aún más intrigante cuando el Aeropuerto Central comenzó a recibir llamadas de alerta sobre la presencia de este objeto volador. En un intento de verificar el fenómeno, un avión despegó y comenzó a sobrevolar la ciudad, acercándose al objeto. Sin embargo, lo que presenciaron fue algo que ninguno de ellos olvidaría. Según los relatos, el OVNI parecía “jugar” con el avión, moviéndose de manera evasiva y descendiendo a una altura inusualmente baja sobre la ciudad, como si se tratara de un fenómeno que desafiaba las leyes de la física.
Al mismo tiempo, en un hogar al sur de la ciudad, la señora de Villacorta experimentaba un evento similar. Alarmada, su empleada doméstica la llamó para advertirle de un intenso resplandor en el jardín. Al salir, la señora Villacorta observó con sus propios ojos lo que describió como un objeto brillante suspendido a unos 150 metros de altura. Su descripción coincidía perfectamente con la de Carlos Nieto y los presentes en Televicentro: luces intensas, resplandor circular y un halo de humo que lo envolvía.
La noticia de aquel avistamiento corrió rápidamente por la ciudad, y la noche siguiente, el 23 de septiembre, los teléfonos de Televicentro comenzaron a sonar sin parar. Cientos de testigos afirmaban haber visto el mismo objeto, creando una especie de histeria colectiva y una urgencia por compartir lo que acababan de ver. La Ciudad de México, esa noche, se convirtió en un gran observatorio en el que fotógrafos, camarógrafos y expertos se unieron para vigilar el cielo, intentando captar la siguiente aparición de este enigmático objeto.
El fenómeno, que generó un frenesí de llamadas, conmovió a la población, despertando recuerdos de aquella transmisión radial de Orson Welles que simuló una invasión extraterrestre. Aunque en esta ocasión no se trataba de un ejercicio de ficción, el efecto fue similar: los habitantes de la ciudad miraban al cielo con una mezcla de curiosidad y temor, como si la llegada de visitantes de otro mundo fuese una posibilidad real.
La historia, publicada en Excélsior el 30 de septiembre de 1965, dejó claro que el fenómeno había sido observado por testigos dignos de crédito, personas que nunca imaginaron presenciar algo tan extraordinario. La Ciudad de México, una urbe conocida por su actividad frenética, quedó impactada por un evento que hasta el día de hoy sigue siendo uno de los avistamientos más notables y enigmáticos en la historia del país.
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Episodio 5: El OVNI en los cielos de la Ciudad de México