
Hoy nos dirigimos a Culiacán, Sinaloa, donde un avistamiento masivo dejó a una comunidad entera preguntándose si lo que vieron fue real o parte de un misterio más grande que todos nosotros.
Era el 24 de mayo de 1980, y para muchos habitantes de Culiacán, parecía ser una noche común. Sin embargo, todo cambiaría cuando, a las 20:30 horas, un objeto volador no identificado fue visto descendiendo lentamente sobre un cerro cercano al poblado de Mojolo, ubicado a unos 15 kilómetros de distancia. Mojolo es un pequeño poblado rural conocido por su tranquilidad, y aquella noche, esa calma fue interrumpida por un evento que pocos podrían haber imaginado.
El avistamiento fue presenciado por unos 300 habitantes de la colonia INFONAVIT, así como por agentes de diversos cuerpos de seguridad.
Fue la tropa del ejército mexicano quienes rápidamente acordonaron la zona para evitar que más personas se acercaran.
Uno de los primeros en dar testimonio fue Francisco Corrales Aréchiga, estudiante de la Universidad Autónoma de Sinaloa. Según Francisco, el OVNI descendió lentamente sobre la cresta del cerro. De su parte inferior, emergía una luz intensa, compuesta por tonalidades brillantes que cambiaban constantemente, iluminando el cerro y el área circundante. “Nunca pensé que sería testigo de algo así”, confesó más tarde, aún incrédulo por lo que acababa de presenciar.
A medida que la noticia se extendía, más personas comenzaron a acercarse al lugar, entre ellos el capitán del cuerpo voluntario de bomberos, Nicolás Jiménez Parada. Al llegar, confirmó que el objeto desprendía luces de colores brillantes que parecían danzar en el cielo. Nicolás, como muchos otros, nunca había imaginado ser testigo de algo así. “No pensé que sería testigo de la presencia de un OVNI”, declaró más tarde, aún asombrado por lo vivido.
A las 21:00 horas, el objeto volvió a despegar, elevándose con la misma calma con la que había descendido. Los testigos lo vieron alejarse hacia el cielo nocturno, desapareciendo rápidamente en la oscuridad.
Uno de los testimonios más conmovedores fue el de Elena López Zazueta, una residente local que también presenció el evento. Para Elena, el avistamiento fue más que una experiencia visual: fue una mezcla emocional que nunca había sentido antes. “Sentí una sensación indescriptible”, dijo, “alegría y temor al mismo tiempo”. Su testimonio refleja lo que muchos sienten al enfrentarse a lo desconocido: un profundo asombro ante lo inexplicable, pero también el miedo a lo que no podemos comprender.
Este suceso no pasó desapercibido, y fue reportado al día siguiente en el periódico El Informador de Guadalajara, el 25 de mayo de 1980. El incidente dejó una huella en la comunidad de Culiacán y generó un gran debate entre los testigos y aquellos que presenciaron y escucharon la historia. Nadie pudo dar una explicación clara de lo que ocurrió esa noche en las cercanías de Mojolo, y el misterio persiste hasta el día de hoy.
¿Qué fue lo que realmente descendió en ese cerro? ¿Un fenómeno natural? ¿Una tecnología avanzada de la que no estamos conscientes? ¿O tal vez algo más allá de nuestra comprensión? Las preguntas siguen sin respuesta, pero los relatos de esa noche continúan resonando entre los habitantes de Culiacán, que todavía lo recuerdan.
Más historias
El Descenso del OVNI en Culiacán